
Durante varias décadas del pasado siglo, el periodismo fue en España una profesión maravillosa. Yo aprendí como periodista como periodista a ver el mundo, a gozarlo, a sufrirlo, a reflexionar sobre la existencia humana, sobre la violencia, el dolor y la alegría, sobre la risa, la perplejidad y la lágrima. Ser reportero o cronista en esos tiempos no tan lejanos suponía disfrutar a diario, para lo bueno y para lo malo, de la intensidad palpitante y ardorosa de la historia y de la vida.
Las razones fundamentales por las que se extinguió aquel periodismo son diversas. La primera, económica, ya que resultaba muy costoso enviar gente por ahí fuera a ver que sucedía. La segunda razón es de corte político. Los políticos pensaron que muchos ojos contemplando un acontecimiento eran demasiados ojos. Y si eran varios los periodistas independientes que iban a contarlo luego, eran demasiados periodistas. La tercera razón es casi un asunto de supervivencia. A los reporteros se les ha pagado siempre muy poco en este país y para tener una estabilidad económica debían dejar de ser reporteros para ser jefes.
Hay otras razones. Al periodismo le pasa lo mismo que a la literatura: mucha gente se cree capacitada para escribir un libro y piensa que es sólo cuestión de tener tiempo y ponerse a ello.
*Javier Reverte. La Aventura de Viajar. Historias de viajes extraordinarios. (adaptació)
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