Nunca hasta esa noche había perdido una remota esperanza de que alguien se acordara de mí y tratara de rescatarme. Pero cuando recordé que aquélla debía ser para mi familia la novena noche de mi muerte, la última de mis velaciones, me sentí completamente olvidado en el mar. Y pensé que nada mejor podía ocurrirme que morir. Me acosté en el fondo de la balsa. Quise decir en voz alta: “Ya no me levanto más”. Pero la voz se me apagó en la garganta. Me acordé del colegio. Me llevé a la boca la medalla de la Virgen del Carmen y me puse a rezar mentalmente, como suponía que a esa hora lo estaba haciendo mi familia en mi casa. Entonces me sentí bien, porque sabía que me estaba muriendo.
Relato de un náufrago, Gabriel García Márquez
Relato de un náufrago
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meritxellmatas
on diumenge, 22 de febrer del 2009
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